Apego seguro, Crianza Consciente, Crianza Respetuosa

Crianza respetuosa, consciente y con apego. ¿Qué son y para qué sirven?

Es extraño ponerle nombre a la forma en que intentas criar a tus hijos. Y no habla muy bien de la sociedad que se necesite agregar la palabra «respetuosa». ¿No debería darse por entendido que uno debe respetar a sus hijos? Pues tristemente en esta sociedad adultista y adultocéntrica no lo es. La crianza respetuosa, la crianza con apego, la crianza consciente, pueden ser términos que al principio nos resulten extraños, confusos o innecesarios. Aquí te explico brevemente la importancia de cada una, las diferencias y los puntos de encuentro.

Crianza consciente

A veces como mamás nos movemos en un modo automático, sin pensar, sin parar a cuestionarnos. Simplemente nos estresamos, nos preocupamos y nos enojamos con nuestros hijos porque no hacen lo que les decimos. Es este modo automático en el que nos movemos por inercia y por malas costumbres aprendidas desde nuestra infancia, el que debemos combatir cada día. y para combatir esto, tenemos la crianza consciente. Para ser conscientes en nuestra crianza debemos reflexionar, pensar, investigar si es necesario, observar, sentir y decodificar nuestras necesidades y emociones, y también las de nuestros hijos. La crianza consciente nos sirve para poder reconocer lo que hay dentro de nosotras, lo que hay dentro de nuestros hijos, sin prejuicios, para primero poder estar bien con nosotras mismas con el fin de ser capaces de entregar a nuestros peques lo que necesitan y merecen.

Crianza respetuosa

En la crianza, nos volvemos una díada en la que todo lo que yo haga repercutirá en mis hijos, y cuando somos madres y padres, es momento de brindar, apoyar, dar al otro para que se forme, se ame, se respete, y tenga las herramientas necesarias para alcanzar sus objetivos. Ser madre es ser apoyo y guía, y no obstáculo. El centro de la crianza y la educación es el niño y su individualidad. De esta idea nace la necesidad del respeto. Dejar atrás las ideas adultocéntricas en las que sólo importo yo, mis ideas, mis necesidades, requerimientos y miedos. Tratar a nuestros hijos como a un ser humano digno porque eso es. La crianza respetuosa nos insta a entender que la niñez no es simplemente un paso para convertirse en adulto, si no una etapa valiosa en sí misma. De los niños podemos aprender habilidades y enfoques distintos y maravillosos.

Crianza con apego

Dentro de la crianza respetuosa, tenemos la llamada crianza con apego, que se enfoca en la necesidad de los bebés y niños de contar con una figura de apego seguro. Se ha descubierto (y las mamás lo saben desde tiempos remotos) que este apego es importante para su bienestar emocional y psicológico, que no hay que negárselos ni tratarlos como rivales. No se pierde la autoridad por cargarlo, abrazarlo, comprenderlo y hablarle bajito. Todo esto tiene que ver con el respeto a las necesidades biológicas y psicológicas del niño, dejando de lado nuestras pretenciones adultas de pseudo independencia infantil. Parte importante de respetar a un niño es proporcionarle esa seguridad que da el apego a su adulto de confianza: respetar su propio ritmo de desapego y no obligarlo a ser y hacer cuando no está listo y además no lo necesita. Esta «corriente» se originó a partir de la teoría del apego del psiquiatra infantil John Bowlby, pero realmente se trata mucho de seguir nuestro instinto de madres, que tenemos desde hace miles de años.

promani

La otra vez fui a recoger a mi hija con sus abuelos paternos. Ella se puso a jugar con unas burbujas cerca de la alberca, y como a mí me daba pendiente le dije que nos fuéramos de ahí, y según yo para que me siguiera me llevé las burbujas. Pues ella se sentó en el piso y lloró. Y me dijo su abuelo «no vayas, no vayas, no caigas en su trampa». Yo le dije a ella tranquilamente que se viniera, que allá seguíamos jugando con las burbujas. Pero ella seguía con su enojo y no venía. Entonces fui con ella, la cargué y me la llevé a otro lado. Su abuelo me dijo «Nooo, ya te atrapó». En cuanto la cargué dejó de llorar y nos fuimos tranquilamente. Después de un rato, no sé por qué volvió a molestarse por algo y se sentó en el piso demostrándolo. Y me dijo su abuelo «cuando estás tú hace cosas raras, ya te tomó la medida». Me enojé tanto que me volteé a otro lado y no le respondí. Y es que me da mucho coraje que la gente (en especial los hombres, no es por nada) quieran siempre dividir. Como si así vencieras también en la crianza. Yo pienso: mi hija es de mi equipo y yo del suyo y nadie nos va a venir a poner una en contra de la otra. Yo no voy a estar peleando con ella por la autoridad. Esa ya la tengo. Y no tengo miedo de mostrarle en cada momento que me sea posible mi comprensión y apoyo incondicionales. Eso no es lo que hace niños malcriados. Lo que hace niños malcriados es la falta de presencia, la falta de congruencia y claridad en los límites, la falta de respeto y un mal ejemplo. Y esto empieza en el momento en que los llamamos manipuladores, y los ignoramos o les pegamos cuando algo no nos gusta. Como si en la vida adulta estas actitudes fueran las más asertivas. El hecho de que queramos lo mejor para ellos y a veces «sepamos» qué es lo mejor para ellos, no quiere decir que sus peticiones, deseos, sentimientos y opiniones no sean válidos.

Por otro lado, yo le podría decir lo mismo a su abuelo: «Cuando está en su casa hace cosas raras», pero no, no lo hago porque yo conozco a mi hija y sé que si se pone así es porque después de un día o más de estar ahí me extraña, se cansa porque anda del tingo al tango y no duerme ni come a sus horas, ¿pero todavía de que le cambiamos la jugada quieren que se quede inmutable y la/me critican si no? Yo les pregunto a los hombres que tienen ese tipo de creencias y comentarios: ¿No será acaso que tienen algún prejuicio o asunto no resuelto en contra de las madres? ¿o de las mujeres? Pero bueno, eso es harina de otro costal.

El mundo necesita más respeto, por los demás y por nosotros mismos incluso. Por eso es que yo me centro mucho en esta palabra como un objetivo en mi crianza. Necesitamos más seres humanos que se sepan valiosos y que traten con dignidad a los demás, sin importar si son diferentes, menos poderosos o más pequeños. Una humanidad en la cual sea lo normal tratar al otro como un aliado en vez de como un enemigo. Necesitamos urgentemente paz, y para lograrla debemos empezar desde el día cero: cuidando y respetando a las nuevas generaciones.

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